Todo texto narrativo tiene como base una historia que se presenta bajo la forma de un discurso.
HISTORIA: es lo narrado.
DISCURSO: es cómo se presenta lo narrado: el narrador y el
orden de los hechos. El discurso es el que compone el texto narrativo, es el cómo se presenta la historia: es la forma,
por lo tanto, lo literario.
EL
NARRADOR: es quien cuenta la historia y organiza el
relato de los hechos. Debe distinguirse del autor, quien es la persona real que
escribe el relato. El narrador, en cambio, es una categoría de ficción.
El
narrador puede estar dentro o fuera de la historia. Cuando el narrador y un
personaje coinciden, se habla de un narrador interno que relata
en primera persona; es el “yo” narrativo. Si el narrador es el personaje
principal, se denomina narrador protagonista. En cambio, si solo
participa secundariamente de los hechos y relata lo que ve que les sucede a
otros, se denomina narrador testigo. Tanto el narrador protagonista como
el testigo participan directa o indirectamente de la acción. Otras veces,
aparece un narrador externo que habla de otros en tercera persona.
El tipo más común de narrador externo en la ficción es el narrador
omnisciente. Este tipo de narrador sabe todo y cuenta lo que sienten y
piensan los personajes. Una posibilidad es que este narrador esté focalizado en un personaje, lo que lo
lleva a parecerse, por la limitación que dicha focalización impone, al narrador
protagonista.
LA
ESTRUCTURA NARRATIVA: en toda narración de ficción, los hechos relatados les ocurren a personajes que se ubican en un lugar y en un tiempo determinados. Personajes,
hechos, lugar y tiempo son los
cuatro elementos constitutivos de todo relato. Al conjunto de lugar y tiempo se
lo llama marco.
El tiempo de la historia es siempre
unidireccional, ya que los sucesos se presentan en un orden cronológico. El
tiempo de la narración puede presentarse del mismo modo, es decir,
cronológicamente, o de modo acrónico. La anacronía puede ser retrospectiva (hacia atrás) o prospectiva (hacia adelante) en
relación con el tiempo base del
relato, o sea el tiempo desde el cual se organizan los hechos relatados. Por
ejemplo, en una novela policial clásica, el tiempo base el el descubrimento de
un crimen y su investigación, que irá construyéndose con anacronías que
permitan develar los sucesos ocurridos.